Las rupturas son horribles, absolutamente terroríficas, y aunque cada una sea diferente a las demás, todas son terribles a su manera. Esto, que es una evidencia, ha sido así de toda la vida. Seas de la generación que seas, seguro que te acuerdas de alguna ruptura, tuya o de una hermana o de una amiga, que te trae recuerdos que parecen sacados de una película ganadora a la mejor película en el Festival de Cine de Sitges: llantos, máscara de pestañas como ojeras, noches sin dormir, llamadas de despecho, gritos, y un largo etcétera de catastróficas escenas. La única diferencia entre nosotras (las de ahora) y las otras (las de antes) es que a nosotras nos tocó el marrón de las redes sociales. El contacto cero es muy complicado.
Imagínate que dejas a tu pareja, o que te deja. Tienes esa conversación en la que al fin se dice en alto “lo quiero dejar” o “se acabó”. No estás enamorada de la otra persona o la otra no lo está de ti, puede que te haya engañado, puede que te haya mentido o puede que haya sobrepasado uno de tus límites y sepas que ya jamás vas a volver a confiar en esa persona y que, por lo tanto, la relación ya no va a funcionar. Y se acabó. Ambas personas lloran, se dicen que no quieren ser desconocidos, que quieres seguir sabiendo de su vida pero que necesitas un tiempo para recuperarte. Que se despida de su familia de tu parte. Ella o él te dice cosas como que no ha querido a nadie como tú en su vida, que le enseñaste a querer pero que ahora mismo no puede seguir con la relación. Puede que su salud mental no esté en su mejor momento y necesite dedicarse en cuerpo y alma a sanarse y a arreglar su vida. La cosa es que después de esa conversación te vas a tu casa -o a casa de una amiga o de tus padres en el caso de que viváis juntos - y abres WhatsApp y se lo cuentas a tus amigas. O puede que llores mucho (mucho, mucho, mucho) rato y que te duermas. Al día siguiente, coges el móvil, abres Instagram y ahí están. Vuestras fotos juntas de las vacaciones, la historia con el meme que habías compartido antes de la conversación, y te quedas “empantallada” viendo una sucesión de vidas de gente sintiendo que el mundo sigue adelante pero que dentro de tus cuatro paredes la vida está completamente congelada.
Aquí ocurre una especie de disociación muy grande entre lo que está teniendo lugar en tu vida y lo que estás viendo en Instagram, que es un lugar como el mundo de Barbie: un espacio de felicidad y fantasía donde todo es ideal y puedes ser lo que tú quieras. Te embriagan la apatía y la tristeza y cuando vuelves en ti después de estar un rato muy largo en internet puede que vuelvas a acordarte de lo que ocurrió el día anterior y vuelvas al llanto inconsolable y a la pena. Si en este momento ves una historia de -ahora- tu ex. Puede que incluso te enfade que la otra persona esté tan feliz subiendo cosas a internet y tú llorando en tu cama. Pero en esta etapa las redes no son lo peor. Lo peor es el WhatsApp: pides explicaciones, necesitas hablar las cosas una y otra vez o recibes sin parar mensajes pidiéndote explicaciones y hablar las cosas una y otra vez. Como es normal que ocurra y como ha ocurrido siempre. Solo que antes quizás se haría por teléfono fijo o desde la cabina o quedando en persona.
Que te rompan el corazón, según la ciencia, es un estado provocado por una pérdida emocional devastadora. Estas rupturas suelen tener ciertas fases por las que más o menos pasa todo el mundo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. En todas estas hay algo común y es que te acompañará tu teléfono móvil y con él un millón de cosas que no hay necesidad de ver. Si todas las que leéis esto fueseis mis mejores os recomendaría lo único que me ha funcionado cuando he dejado y cuando me han dejado: contacto cero. Obviamente cada relación y cada persona es un mundo y puede que mantener el contacto sea lo natural para ti y para tu pareja pero si alguna de las dos personas necesita espacio, hay que darlo o pedirlo. Es en ese momento cuando lo mejor es cortar por lo sano y no mantener el contacto.
Estar todo el día viendo qué postea nuestra pareja en redes no es en absoluto sano para nuestra cabecita. Ver a la otra persona de fiesta cuando tú estás en un día de bajón echándola de menos en tu cama no es en absoluto recomendable para nada. Obviamente habrá días que tú salgas de fiesta y que estés bien y viceversa pero ¿para qué restregárselo a la otra persona durante 24 horas como mínimo en internet? Es en esta fase cuando empieza la verdadera guerra de las redes sociales: actualizar Instagram en bucle a ver si se subido algo, ver a quién ha seguido o dejado de seguir, mirar quién le comenta las fotos, a quién sigue ahora en TikTok, “¿por qué volvió a seguir a su ex justo ahora?” - súper red flag, por cierto-. Empiezas a sobrepensar todo y a hacer suposiciones que, sinceramente, la mayoría serán erróneas y aunque no lo sean, te tiene que dar igual. Tú te fuiste de la vida de esa persona o esa persona decidió que no te quería en su vida, por lo que lo único que puedes hacer es pensar en ti e intentar seguir con tu vida sin invertir todo tu tiempo en actualizar una app a ver si tu ex ha subido un nuevo meme de un gatito con indirectas hacia tu persona ya que esto solo genera incertidumbre, ansiedad y malestar y no son estados emocionales muy recomendables para recuperarse después de una ruptura.
Respondiendo a la pregunta planteada en el título del artículo: sí. Tiene todo el sentido del mundo dejar de seguir a tu ex en redes sociales ahora que lo habéis dejado. Si lo haces desde el amor propio, desde la necesidad de cuidarte, sin rencor ni ganas de fastidiar al otro, simplemente porque si eres sincera contigo mismo es lo que necesitas. Hazlo. Le pese a quien le pese. Ya sea que hayas dejado tú a la otra persona o que la otra persona te ha dejado a ti. No eres su amiga, eras su pareja, y si necesitas espacio para ti y para recuperarte es algo más que válido. Lo que yo sí que recomiendo desde mi más sincera experiencia como persona con exs, es hablar las cosas y decirle que vas a eliminarle. A nadie le gustaría encontrarse con que de repente la otra persona le ha bloqueado y puede generar aún más dudas e incertidumbre y tampoco hay por qué hacer sufrir a la otra persona gratuitamente. Explícaselo y lleva a cabo ese acto de amor propio tan difícil como es poner distancia y decidir que estás lista para pasar página. Pídele apoyo a tus amigas o a tu familia si lo necesitas y llora en ese momento aunque sea por el acto simbólico.
También recuerda que si, por lo que sea, no estás lista para dar ese paso pero aún así necesitas algo de distancia siempre puedes silenciar sus publicaciones o silenciarle tus historias para que no las vea. Las redes sociales tienen varias opciones para no tener que ver todo el día las publicaciones de personas que no te apetecen y podemos hacer uso de ellas cuando nos convenga sin darle explicaciones a nadie, cosa que también es perfectamente válida.